25
Abr

A menudo el mundo del espionaje se ha encontrado con dificultades para tomar determinadas fotografías, captar conversaciones a grandes distancias o realizar vídeos de un área. Todas ellas pueden verse solventadas con unos potentes y discretos artefactos capaces de realizar múltiples tareas: los drones.
Vehículo espía no tripulado
Un dron es un vehículo aéreo no tripulado que usualmente lleva incorporada una cámara con un potente objetivo y un sensible micrófono que recoge audios a distancias extremas. Son sin duda una herramienta útil para la publicidad, la cartografía, la agricultura o el cuidado del medio ambiente, aunque su uso está recientemente encaminado al ocio. Pero sin duda el campo que más ha hecho uso de estos zánganos, sobrenombre bajo el que se los conoce popularmente, es el militar. Realizan labores de reconocimiento entre otras que en términos de tropas y recursos resultarían costosas o inabarcables.
Espionaje militar
El modelo de más actualidad por su implicación en el campo de batalla afgano por parte del gobierno británico es el Black Hornet, de sólo diez centrímetros de largo y dos y medio de ancho. Su peso oscila los dieciséis gramos y puede alcanzar una velocidad de unos 20 kilómetros por hora. Utiliza un dispositivo GPS para ubicación y es pilotado por un operario a ochocientos metros como máximo gracias a un programa de control remoto. Las imágenes y vídeos, así como audios, captados por el aparato son enviados en tiempo real. Sin la ayuda de esta diminuta tecnología, la milicia tendría que desplegar tropas para reconocer el terreno y detectar insurgentes. Son éstas las que hubieran sido portadoras de una videocámara posiblemente en el casco y un sistemas de micrófonos tipo walkie talkie para poder hablar entre ellos y con la base receptora.
Pero Afganistán no es el único escenario de actuación de estos pequeños espías. Ya el gobierno israelita los utilizó para obtener información sobre zonas de conflicto en Oriente próximo: la franja de Gaza, Siria o Irán son algunos ejemplos. Información interceptada por los gobiernos de Estados Unidos e Inglaterra en una macro operación de espionaje internacional. El primero de ellos ha sopesado la tecnología láser como arma defensiva frente a esta flota aérea. Los vehículos de tierra incorporarían un cañón láser y un sistema de detección y seguimiento de drones, que los inhabilitaría para la tarea asignada.
La historia de los drones
Históricamente hablando, la primera aplicación en el campo militar de una pequeña unidad espía con cámara utilizada para el mismo fin que el concepto actual de dron fue la Primera Guerra Mundial. Un boticario alemán, Julius Neubronner, fue el responsable de toda la operación. Mezclando su afición por la fotografía con su adoración por las palomas, Neubronner diseñó un modelo diminuto y automático de cámara que colocó a un escuadrón previamente entrenado mediante un pequeño arnés. El alemán consiguió hacer fotografía aéreas que presentó como prueba para obtener su patente en diciembre de 1908. Seis años después estalló la guerra, y las palomas se estrenaron en el campo de batalla con excelentes resultados que les valieron un peculiar reconocimiento: una sala en el Museo Internacional del Espionaje de Washington DC.
Drones. Espías en el terreno civil
En el terreno civil, los drones han suscitado un encarecido debate acerca de si actúan al margen de la legalidad por atentar contra la intimidad del objetivo. Podrían ser usados para invadir la privacidad de cualquier persona que suscite interés en el operario del dron. Los datos a los que tienen acceso son infinitos: visión infrarroja, localización de señales inalámbricas, captación de imágenes de alta resolución y grabaciones de audio. La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) se ha remitido al deber de información para ofrecer cierto margen de seguridad a los usuarios, es decir, que toda persona que está siendo grabada debe ser informada de ello. Para tal fin, puede hacerse uso de diferentes canales como por ejemplo cartelería, folletos o medios de comunicación y redes sociales. Sabiendo esto, el ciudadano víctima de una invasión de su privacidad puede reclamar su derecho de privacidad y borrar así los datos tomados por el dron. Esta regulación es necesaria, ya que en España existen en torno a 1700 aeronaves y más de dos mil pilotos.
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